
“A Sócrates sus discípulos lo llaman atopos. El otro a quien deseo está desubicado. No tolera ninguna comparación. (…) Barthes escribe sobre la atopía del otro: “Atópico, el otro hace temblar el lenguaje: no se puede hablar de él, sobre él; todo atributo es falso, doloroso, torpe, mortificante” (1).
Si el atopo es distinto de todo lo distinto, es un desobediente que desde la contraforma, no se compara igualando ni explotando el recurso neoliberal de la diversidad, su cuerpo no está regulado ni heteronormado ya que existe en la alteridad. Es contraproductivo a la biopolítica normalizadora de las mayorías que estigmatiza, silencia y amordaza, excluyendo lo no igual. Identidad sin norma, cuerpo no cuerpo, donde Sebastián toma todo lo que se nos ha enseñado y al mirarse a los ojos, se reconoce como otra, como otro, como otre hueco, dando inicio una vez más al afrontamiento de nuevas desterritorialidades, fundadas en la existencia de un espíritu que habita el deseo en distintos planos de la existencia.
Concavidades que se sitúan en el registro de Alka Domo para luego acercarse, desde un plano más íntimo, a la tensión del rostro en el momento antes de someter y someterse a una verborrea sexual mientras le cuelga un pelo hechicero, que no muere, y finalmente, la captura de unos ojos que muestran y ocultan, que permiten conocer o reconocer a una persona, la idea que tenemos de el/ella o imaginando su cuerpo esquivo. Espíritu poroso para la vida más libre de un ser en transformación activa, para un alquimista de sí mismo y el efecto que su alquimia disidente produce en el abordaje de su historia que es personal, y también colectiva.
Nancy Mansilla Alvarado
(1) Han, Byung-Chul. (2017). La expulsión de lo distinto. Barcelona: Herder.